Como en un suspiro lo exhaló, se lo entregó al viento
que corría por su ventana aquel invierno. Creía que podía, se podría decir que
hasta se sentía fuerte, aunque en realidad era débil. Se sentía la persona más
patética del mundo muchas veces, en realidad siempre. Hacía caso omiso a las
malas críticas de la gente, si le importara lo que dijeran la destruiría por
completo. La ventana solía dejarla abierta, esperando que el viento respondiera
lo que ella una vez le susurró, porque no tenía a quien decírselo. Necesitaba
descansar, así que se echó en la cama con la idea de que los sueños se abrieran
paso en su mente y se acomodaran allí, aunque no creía ya nada, llevaba años
sin dormir, esperando, siempre estaba esperando, no le importaba esperar toda
la vida, pero tenía claro que no iba a morir sin recibir una respuesta del
viento, de su amigo el viento que tanto la había acompañado invierno tras
invierno, cuando nadie se preocupaba por ella, solo el viento. Su familia no se
percataba de su ausencia a la hora de la cena, y los compañeros del instituto
parecían no saber de su existencia, por lo que decidió dejar de estudiar para
dedicar su vida a esperar. De todas formas a nadie le importó, y menos a ella,
que basaba su vida en eso, lo mismo día tras día, noche tras noche, año tras
año. Recuerdo cuando era pequeña, y lo tenía todo a su alcance. Las cosas
cambiaron, quisiera o no quisiera admitirlo todo había cambiado desde el
momento en el que él decidió dejarla. Pasó las noches en vela pensando en quién
sería su mejor amigo entonces, pero pronto lo descubrió, gracias a la ayuda de
su madre que tenía la manía de ventilar las habitaciones todas las mañanas,
después ya no, después ya nadie entraba en su habitación, la dejaban sola, la
dejaban hundida en una oscuridad que la rodeaba por completo, pero que por lo
menos le hacía compañía en los peores días. Descubrió el poder del viento, que
solo ha ella le parecía sorprendente. La forma de cómo silbaba y le
susurraba cosas bonitas al oído, cosas que nunca nadie le había dicho. La forma
de remover los árboles para devolverles la vida. La forma en la que se colaba
por su ventana, dejando un estrépito frío que la helaba, pero que a la vez le
encantaba. Le soltó al viento que le quería, que lo necesitaba, pero este no le
respondía, por miedo, por egoísmo, quien sabe.
Años después, llegó el día que ella tanto ansiaba
desde su habitación, pero se sorprendió gratamente cuando descubrió que no era
al viento a quien le había susurrado que le quería, era a él, era quien se fue,
quien la abandonó, en realidad, él se pasó allí años, pensando en qué responder
a eso, hasta que llegó a la conclusión de que no tenía decir mucho para
expresar un sentimiento tan grande, le dijo "y yo", eso a ella le
bastó, le bastó y le sobró.
Esperaba en la soledad, sin saber que siempre había
estado acompañada.
¿Muy largo? Bueno, a mi me gustó como quedó, un texto raro, pero me vino la inspiración y a escribir se dijo. Aunque sea largo, espero que os haya gustado y entretenido. Ya sabéis, dejadme comentarios, no hace falta que sean muy largos ni elaborados, solo algo, solo poned algo. A los que leen esto un beso muy grande! Espero que disfrutéis de mi blog.
Pues sí, a mí también me ha gustado :)
ResponderEliminarEs raro, pero los textos raros a menudo son los mejores. Hay que buscarles el verdadero significado, no todo te lo tienen que dar masticado. A mí me ha encantado.
Te espero en http://imaginaydesea.blogspot.com