Era tal su espantoso recuerdo que lo ahogaba entre botellas
rebosantes de alcohol siempre que tenía la oportunidad de hacerlo. Se sentía
frustrada, le había fallado. Él lo sabía. Ella lo sabía. Todos lo sabían. ¿Qué
se suponía que debía hacer después? ¿Confiar en que volvería? Estaba reacia a
probar el amor de nuevo, a fracasar como había hecho millonadas de veces.
Rememoró los días de felicidad vividos junto a él justo en el mismo lago que
contemplaba desde una perspectiva esta vez más alta. Cuando era dueña de su
abrumadora sonrisa y cuando él no tenía
ojos para nadie más que para ella. Cerró los ojos, se sumió en un silencio
total, con la melodía que ellos dos se apropiaron en su día persistiendo aún en
el silencio. Solo y exclusivamente escuchaba la letra en su mente, nada más, la letra que ellos dos cantaban de memoria
cada vez que se reunían en la montaña entorno al lago. Aunque sabía que esa
música en aquel momento no era más que producto de su obstinada mente.
También recordaba detalladamente el día que se marchó. Jared
juró ante a los ángeles que aquel último crepúsculo surcaban los cielos que la
querría para siempre, y estaría cuando ella la necesitara. Mintió, frente los
ángeles no se miente. Era algo sagrado para Leah y eso él no lo había respetado.
Irguió la espalda recostada sobre las rocas conmemorando cómo besó su frente prometiendo que se verían
al día siguiente en el mismo sitio a la misma hora. Nunca apareció, y ella
comenzó a perder la fe tanto en los ángeles como en su regreso. Años después,
lo tenía asumido. Aunque cada tarde a las ocho, cuando el sol iniciaba su
marcha para esconderse entre la copa de los árboles por el oeste, ella estaba
allí, acostada sobre la misma piedra cada día. Esperando, sin fe pero con
esperanza.
La canción había finalizado. Bajó deslizándose sobre las
rocas y derrapó en la orilla del lago. Respiró hondo antes de comenzar a
meterse dentro. Confirió un grito ahogado en un suspiro cuando rozó con la
punta de los pies la fría agua. Ese día, en el lugar más oculto de su cerebro,
se había accionado algo, no sabía qué. Solo sentía con total claridad que tenía
que probar las sensaciones que se despertaban en ella al meterse en el agua
después de tantos años transcurridos, la primera y última vez fue el día que él
desapareció del mapa sin dejar ninguna pista. Le aterrorizaba lo que estaba a
punto de suceder. Lo primero que afloró en ella fue el miedo, pero más tarde la
indiferencia. Tampoco era para tanto. Minutos después, descansaba boca arriba
sobre las pequeñas olas que danzaban bajo su cuerpo. En aquel ambiente reinaba
la paz y la armonía.
Todo eso se desvaneció, y ese lugar lo ocupó el temor
nuevamente. La sinuosa agua dulce la arrastraba hacia las profundidades. Poco a
poco y forzadamente, su cuerpo se vio hundido y forcejeando para salir a la
superficie. El pánico la avasalló. Los últimos titilantes rayos de sol se
cernían por encima de su cabeza, pero ella cada vez lo veía todo más lejos y
borroso. Con melancólica visión, echó un último vistazo hacia arriba y cerró
los ojos. Se rindió ante su miedo. El agua le llenaba los pulmones hasta
arriba, no había hueco para nada más. A Leah se le agotaron las fuerzas, se
sentía pesada y lo único que quería era encontrarse con la muerte. Una
sensación extraña la recorrió y, cuando abrió los ojos, se encontró con la cara
de Jared, que la miraba exhausto y recibía de lleno su entrecortada
respiración. Al principio estaba convencida de que era un simple sueño, simple
pero bonito, y algo tan bonito no podía ser real. Pero después de un instante,
cuando se incorporó sobre sus hombros y escudriñó la ladera de la colina con
detenimiento para luego dirigir su vista al lago, se percató de que estaba en
la orilla, empapada y viva.
-Tranquila, estoy contigo. –Susurró Jared.
-Tarde. –Respondió la chica sin apartar la mirada de sus
ojos, viendo en ello reflejados su propia preocupación.
-Nunca es tarde para las segundas oportunidades.
Contemplaron como solían hacer en los viejos tiempos la luna.
Se había hecho de noche haría unos minutos. Los árboles se mecían a merced del
viento. Presa del pánico de nuevo, se levantó de un saltó enfadada.
-¡¿CÓMO TIENES EL MORRO DE VOLVER DESPUÉS DE TANTO TIEMPO
PIDIENDO UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD?!
-¿De qué hablas? Nunca me he ido a ninguna parte.
-¿Cómo? –Dijo confusa.
-¿Leah estás bien? –Él también se incorporó a tiempo para
agarrarla por la muñeca. Ella retrocedió escasamente un par de pasos y se
detuvo mirando a Jared atónita.
-Tú… Tú no… -Tartamudeó, respiró hondo pretendiendo
proseguir. –Tú no eres real. –Dijo finalmente.
Tan pronto como se hubo callado, la imagen de Jared se
distorsionó, Leah vio la luna brillando reflejada en sus claros ojos y, un
segundo después, eso no era más que locuras de su mente creadas mediante la
melancolía que sentía en aquellos momentos. Examinó la noche que la había
sucumbido e intentó que albergara algún sentimiento en ella después de ese
encontronazo, pero nada, solo sentía un vacío enorme que no era para nada
desconocido.
Pero entonces, ¿Quién la había salvado? Su ángel, su ángel
siempre estaba ahí cuando lo necesitaba. Volvió a tener fe en ellos, y la
esperanza permaneció presente junto a Leah, aunque supiera que no volvería. No
obstante, no sabía las causas de su huída. Desde arriba, Jared la miraba
entornando los ojos, cada día a las ocho, él cantaba junto a ella su canción. La
de ellos dos. La de nadie más que ellos.
Hasta el día de la muerte de Leah. A las ocho en punto cerró
los ojos sobre aquella vieja roca y no volvió a abrirlos. Y Jared estuvo con
ella, esperándola. A día de hoy, la melodía suena a la misma hora de siempre, y
si alguien busca, nunca encuentra el lugar proveniente de las voces. Y nadie
sabe tampoco si se han reencontrado, si Leah ha cambiando de opinión respecto a
las segundas oportunidades. Pero se escucha, se escucha perfectamente sus
delicadas voces cantar. La música nunca muere. Y menos si hay amor de por
medio.
Es muy largo, comprendo que no queráis leerlo, aún así, espero comentarios. ¡Gracias!
Me ha gustado mucho esta entrada Laura. No te enfades, pero creo que es mi favorita. Y las imágenes son preciosas. Me encanta de verdad. A ver si hablamos, vale¿?
ResponderEliminarBesos pequeñaja <3
Tienes un blog taaan hermoso ... <3 Y las imágenes son fascinantes
ResponderEliminarNo diré nada de las imágenes, porque para algo lo he leído. Y me ha encantado, me gustaría que hicieras más entradas de estas, y te voy a dar un consejo que me dieron a mí en su día: separa más los párrafos. Resulta muy pesado a la vista, sobre todo cuando las entradas son tan largas, así que lo que yo hago es dejar una línea en blanco cuando termino el párrafo. Espero que te sea útil, y que te pases en cuanto puedas por mi blog <3
ResponderEliminarPD: Juraría que yo ya te había comentado aquí... :/
Estoy de acuerdo con Yaiza, tal vez los párrafos más separados para no cansar la vista :) Pero sin duda, tienes un talento increíble, y esa imaginación, bendita sea. Amo historias como esta. El final, me ha dejado sin palabras ♥
ResponderEliminar